Pero, ¿qué es la competitividad? En realidad, solamente se puede medir en términos comparativos. Ya en el siglo XVIII Adam Smith defendía que cada país debería especializarse en producir aquellos productos en los que tuviese ventaja comparativa respecto a sus competidores, es decir, aquellos productos en los que fuera más competitivo.
Sin embargo, hasta hace poco no había modelos estadísticos para cuantificar este concepto económico tan abstracto. Ahora sí existe una herramienta, el “Informe Global de Competitividad” que desde hace tres décadas elabora el Foro Económico Mundial –la organización que celebra cada invierno su célebre reunión en la estación invernal suiza de Davos- incluyó en 2005 el Índice Global de Competitividad, desarrollado por el profesor de la Universidad de Columbia Xavier Sala i Martí. Este índice se basa en 12 pilares de competitividad y provee una imagen del entorno competitivo en países de todo el mundo que se encuentran en diferentes estadios de desarrollo económico.
La última edición de este informe se publicó a principios de septiembre y España no salió muy bien parada. En los últimos dos años, nuestro país ha perdido trece posiciones en este ranquin que agrupa a 139 países. Del puesto 29 que ocupábamos en la edición de 2008-2009, hemos pasado a ocupar el lugar 42 en la clasificación de 2010-2011.
La cuestión que nos plantemos es: ¿En qué debemos mejorar? De los doce pilares que conforman el ranking, en siete obtenemos peor clasificación que en la tabla general: eficiencia del mercado laboral, entorno macroeconómico, eficiencia del mercado de bienes, desarrollo del mercado financiero, instituciones, sanidad y educación primaria e innovación. Esto en términos comparativos, ya que la sanidad y la educación primaria y el entorno macroeconómico reciben mejor valoración que la media del país. Por el contrario, en los pilares tamaño del mercado, infraestructuras, preparación tecnológica, educación superior y sofisticación de los negocios, España ocupa mejor ranking que su posición general.
Según este informe, el mayor lastre para la competitividad española es uno de los aspectos cuya reforma más se está demandando para salir de la crisis: el mercado de trabajo. Si bien no obtiene la peor nota (3,9 sobre 7, frente al 3,5 que obtiene la innovación), si es el que se sitúa en una peor posición del ranquin: la 115 sobre 139 países analizados. De hecho, el 21,6% de los expertos internacionales encuestados para la elaboración de este ranking consideran que las regulaciones laborales son el segundo factor más problemático para hacer negocios en España. Sólo el acceso al crédito, con un 23,4% de las respuestas, es considerado más problemático.
De los nueve indicadores que se estudian para determinar la eficiencia del mercado de trabajo, ninguno consigue entrar entre las 50 primeras posiciones. Las prácticas de contratación obtienen el por ranquin, ocupando el puesto 137 y obteniendo un suspenso holgado (2,4/7). Otro de los caballos de batalla está en modificar la forma de negociar los convenios colectivos. Esto se entiende cuando es precisamente la poca flexibilidad en la determinación de los salarios el segundo concepto peor valorado, seguido de la rigidez del empleo y la productividad.
(Continuará…)
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